TRAVEL MAGAZINE – 23/1/2018: Entrevistamos al Daniel en La Biela, en el corazón de Recoleta, allí donde estuvieron expuestas sus pinturas y donde el nombre del bar hace honor a sus cuadros o viceversa.

Contanos un poco, ¿hace mucho que pintás?

Yo pinto, mejor dicho, ilustro desde que tengo uso de razón. Mi primer auto lo habré pintado a los doce años. Tengo otros cuadros, pero básicamente me especialicé en el tema autos. Estaba como latente en mi persona, porque soy publicitario y a partir de una serie de circunstancias y el llamado para participar en Auto Clásica se reactivó esta faceta.

¿Cómo es esto de que se reactivó el tema de la pintura?

Sí, yo estudié Bellas Artes, no terminé pero siempre hice cursos de pintura, escultura, dibujo, anatomía… pero me dediqué a la publicidad: soy director creativo en una agencia desde hace muchos años. Pero cuando mi papá falleció, hace unos siete años, me reencontré con una carpeta gigante, la típica de dibujo técnico, con un montón de ilustraciones mías que mi viejo había atesorado.

Todo ese material se lo mostré a mi hija Miranda con cierta ingenuidad, tan sólo para que vea lo que yo hacía y es ella la que me incentivó a darle trascendencia a todo ese material.

Y pintás autos clásicos…

Sí, fundamentalmente. Si tengo que pintar un BMW lo pinto, pero va más por el lado de la historia. No se trata sólo de una pintura, sino que hay toda una época, toda una situación detrás del auto en la tela. Así la gente ve un cuadro, por ejemplo, y me dice “Uy los Porsche 917 en la recta de Le Mans”; mis cuadros evocan recuerdos, momentos que para los amantes del automovilismo son mágicos.

Es imposible que hayas estado en todas las carreras, ¿cómo es que las reproducís entonces?

Uh, hay mucha documentación y mucha imaginación. Busco material para que el cuadro sea lo más real posible. Tengo un cuadro del Torino en la noche de Nürburgring. Para el mismo tenía sólo una fotito de 3×4 cm en blanco y negro, del Torino en boxes. Así que la pintura termina siendo una reproducción de aquél momento en que no había ni cámaras para una buena toma de noche.

Está claro que hay alguna pasión por los autos en tu persona…

Sí, en casa siempre hubo autos y además mi papá tenía amigos que corrían en Turismo Carretera. Así que yo de chiquito estaba en los talleres, cuando armaban el auto, y al otro día en la carrera. Me gusta pintarlos y me gustan realmente también. Incluso tengo un auto que heredé de mi padre, una joyita que alimenta esta pasión.

¿Y qué técnica utilizás para tus cuadros?

Tengo material de todo tipo. Tengo dibujos con grafito, acuarelas, acrílicos, óleo. También pinto en cartulinas de colores. Cada cuadro tiene su técnica y sus tiempos.

Y después de La Biela ¿qué?

Seguir pintando. Yo trabajo mucho sobre pedidos específicos, hay muchos coleccionistas de autos y empresas que me convocan. Además estoy con varios proyectos, entre ellos un libro y el desembarco de mi obra en Europa, cuna del automovilismo mundial.